Ha pasado un año ya y a pesar de que sigues a mi lado a cada paso... Yebat! ¡Cómo te echo de menos! Sigue el pesado vacío en el pecho, el intransitable nudo en la garganta, el suspiro involuntario que me fuerza a tomar aliento con la dolorosa consciencia de que aún puedo respirar y tú ya no... Sigue la lágrima al borde del párpado y el llanto callado cuando nadie mira, sigue la memoria viva y dolorosa de tu horrible pérdida. Y sigue la voz interior, ronca y quebradiza, que en susurros me anima a seguir caminando: "Un paso más, aún tienes mucho que decir... ¡dílo por mí!" Y tu contagiosa risa se hace audible y una de tus deliciosas muecas se acaba asomando a mi imaginación. A veces sombra oscura a veces luz que guía, tu eterno recuerdo permanecerá conmigo por siempre. Mi amado, Anton.