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lunes, 11 de junio de 2012

LA NOCHE EN BLANCO EN ALMERÍA 2012


NOCHE EN BLANCO 2012

El pasado viernes 8 de junio se celebró la primera Noche en Blanco que se ha vivido en Almería, aunque mis compis de curro y yo misma ya hemos vivido unas cuantas... y las que nos quedan, si Dios quiere.
Al fin llegó a Cáustica Town esta iniciativa cultural creada en París en el año 2002 y celebrada en otras ciudades europeas como Bruselas, Madrid, París, Roma y en Málaga desde el 2008. Aquí hemos tenido que esperar, pero ha merecido la pena. Espero que tanto el Ayuntamiento como La Junta de Andalucía se animen y repitan el año que viene y muchos más.
NICOLÁS RODEADO

La respuesta del público ha sido excepcional, ¡todo el mundo a la calle! Me costó tres minutos tomarme la curva hacia el paseo en la Puerta de Purchena de lo “petaísimo” que estaba todo. La estatua de Nicolás Salmerón no se ha visto en otra, creo que le temblaban las canillas ¡menudo baño de multitudes!

Yo había hecho mis planes: asistir a un concierto en los Aljibes Árabes a las 21 h, cenar algo en cualquier bar del centro, comprarme algún capricho en uno de los comercios que colaboraban con el evento exhibiendo sus carteles de llamativos descuentos especiales para la noche, a las 00 h visitar el Edificio de Las Mariposas, luego ver la Casa de los Puche y por último el Centro de Interpretación Puerta de Almería. Las actividades culturales finalizaban a las 02 h, así que podría rematar con una copa en algún pub antes de que los cerrasen a eso de las tres de la mañana.
Me resultó imposible cumplir con todos los objetivos, en parte porque eran las 21:15 h y estaba en la nueva Capri tomándome dos cafés solos largos a ver si me espabilaba. Cosas del trabajo a turnos, que te revoluciona los biorritmos y acabas como una montaña rusa. Así pues renuncié al espectáculo de los Aljibes. Por otro lado la cantidad de gente que había en las calles imposibilitaba la fluidez del tránsito dando lugar a colas y aglomeraciones por todas partes. Baste decir que cada bar estaba hasta la bola con las tapas prácticamente agotadas. Por primera vez en esta ciudad me quedé con hambre.

DE COMPRAS CON BACH
Como era una noche “cultural” me metí en la Picasso y arrasé con 3 libros que llevaba tiempo con ganas de leer, haciendo buen uso de su 5% de descuento; además me regalaron una bolsa muy cuca de no sé qué editorial. Luego, cómo no, pensé en adquirir un conjuntito veraniego, pantalón y blusa, algo sencillito y Natura fue la tienda elegida. Un gustazo probarse ropa mientras en la puerta un cuarteto de cuerda interpreta piezas de Bach y Pachelbel, se siente una especial, a lo desayuno con diamantes o algo así.

Después de picar algo en el Turia, donde Armando parecía agobiado con tanta gente entrando y saliendo, corrí a mi cita con el muchacho-guía de la Casa de las Mariposas que nos estaría esperando en la puerta de los Refugios.
CASA DE LAS MARIPOSAS
Para visitar algunos lugares había que estar previamente apuntado, el edificio de la fotografía era una de ellos. De eso me enteré de milagro, gracias a mi compañera de trabajo que cuenta con una hermana trabajando en el ayuntamiento, porque la web de Turismo no aclaraba nada al respecto. Como siempre carencias, de eso sí que tenemos de sobra. ¿Qué les costaba explicar bien las actividades, los requisitos, horarios y espectáculos callejeros que se podían ver esa noche especial en su página oficial? Nada ¿verdad? Pues ni en Turismo, ni en Cultura, ni en la propia web del Ayuntamiento venían explicadas; se limitaban a nombrar que se podría ver éste y aquel museo, que actuarían fulanito y menganito, pero sin concretar absolutamente nada ni, lo mejor, indicar que fuera necesaria reserva para ciertas cosas. El Reino de la Desinformación, capital Cáustica Town. Si soy malpensada creo que aquí nunca se cuenta nada a todo el mundo para que sólo unos pocos lo disfruten. Si soy bienpensada opino que no hemos terminado de entrar en el siglo 21. Si no lo pienso, mejor, disgusto que me evito. La frase que le sale a una del alma es “¿qué vas a esperar de Almería?” Vamos ya, señor@s, que yo espero muchas cosas.

El muchacho-guía en cuestión llegó a las 00 h en punto, y eso que me habían dicho que debía estar allí 15 minutos antes para que cuando leyeran mi nombre de la lista me uniese al grupo sin crear demoras.
¡Ja, ja ja! Ni el muchacho-guía leyó mi nombre ni el de nadie, y eso que los llevaba bien garabateados a bolígrafo azul en unos folios perfectamente arrugados. La multitud esperaba alrededor del edificio para entrar a visitarlo, ignorantes de que había que estar apuntado.
El muchacho-guía nos aseguró que nosotros, su grupo, entraríamos por un lateral para acceder al sótano y ver un video de presentación, que luego accederíamos por la puerta principal sin tener que hacer ninguna cola y subiríamos a la terraza directamente.
De nuevo ¡ja, ja y más ja! La cola de fuera era tremenda. Así que optaron por permitir que entrase gente a ver el vídeo hasta completar el aforo. Después esperas y más esperas, durante las cuales dejé un pis en las dependencias bancarias, mi único aporte a su economía, para poder ascender por la preciosa escalera reconstruida hasta la dichosa terraza donde por fin me hice la foto de rigor con la mariposa. Entonces ¿para qué había que apuntarse? No me ha quedado claro, la verdad. Me lo expliquen, gracias.


El dichoso vídeo no era para tanto; un montón de fotografías antiguas donde se mostraba cómo era el edificio durante el siglo pasado y que reconocí porque pertenecían a la colección de láminas que venía gratis con La Voz de Almería. La musiquilla ñoña y el reconocimiento a la “gran labor” realizada por la Caja Rural (salve millonetis, curraturi te salutant) no fueron lo suficientemente “emoradioactivos”. Yo, que lloro con casi todo lo que sale en el telediario del youtube, estuve a puntito de sacar las lágrimas cuando el muchacho-guía mencionó la historia del vaso, pero su deficiente verborrea me coartó el rollo.

Resulta que en 1911 cuando la casa terminó de ser construida los obreros lo celebraron con un brindis. Hasta ahí todo normal. Entonces el más joven de los que colaboraron en la construcción, un niño de once años (eran otros tiempos, no había Policía Autonómica que velara por sus derechos de menor) trepó hasta el castillete con forma de faro y colocó allí boca abajo su vaso metálico. En 2011 la restauradora más joven que formó parte del proyecto colocó el mismo vaso en el mismo lugar, esta vez con ayuda de una grúa (siglo XXI, velamos por su seguridad). Ese vaso ha resistido sin caerse ni quebrarse al sol de más de un siglo, ha visto crecer la ciudad, ha aguantado bombardeos durante la guerra civil, ha sobrevivido a terremotos... en definitiva: ¡es un vaso cojonudo! Propongo a los creativos de la Caja Rural, si es que alguien los encuentra, la elaboración de un publirreportaje sobre el fabuloso vaso. Con la música adecuada y unos cuantos giros de cámara podría resultar muy efectivo en cuanto al vertido de lágrimas. ¡Cortos, señores! Como suelen hacer se quedan ustedes muy cortos.


DOS MARIPOSILLAS
Una vez arriba otro muchacho-guía se puso en modo bucle para indicarnos que debíamos abandonar la terraza. A palabras necias oídos sordos. Me hice las fotos que me quise hacer, me asomé por todas partes para ver una Puerta de Purchena y un Paseo abarrotados de gente como si fuera feria, o reyes, y desde una perspectiva que nunca había tenido, ni qué decir tiene que me quedé el tiempo que me dio la real gana. ¡Faltaría plus!
Después de aquello perdí la motivación para ver la Casa de los Puche o la Puerta de Almería. Ya eran las 02 h y la noche en blanco se acababa. ¿Muy corta, señores organizadores? Pues aplíquense el cuento. Ahora quedaba lo de siempre: la “marcha”, hábito que abandoné por repetitivo y deprimente años ha. Ni copa ni nada. Recogí mis compras que había dejado en el curro (ventajas de tenerlo 24 h y en pleno centro de la ciudad, gracias compis del turno de noche, un besazo) y me largué a casa para ver el capítulo 10 de la segunda temporada de Juego de Tronos en versión original subtitulada mientras me hincaba un martini con ginebra al gusto de la consumidora, la que suscribe.

Por cierto, ¡cómo está Juego de Tronos!... y para los amantes del inglés nada mejor que verlo con sus voces originales, donde descubres que los personajes de Invernalia hablan con acento escocés, los de las Islas del Hierro con acento galés, los de Desembarco del Rey con acento del sur, una auténtica gozada para tus oídos.