Entrada destacada

Desde el otro lado

Mi niño precioso... parece que estuvieras hablándome desde el otro lado, diciéndome lo que debo hacer con todo el dolor que me causa tu au...

VISITAS

lunes, 11 de julio de 2016

ANTON'S KISS





PASTEL DE CARNE


                          Pasé todo el fin de semana viendo Taken. Creo que empecé el viernes. Bajé esa serie, la peli y el corto Rise. Taken es de Spielberg, su visión sobre el tema ovni me gusta, resulta reconfortante. El corto me impactó, fue lo primero que visualicé. Anton me sorprendió una vez más interpretando a un I-robot con su propia visión sobre el genocidio. ¿Metáfora? ¿Advertencia? Desde luego una idea inquietante con un planteamiento nuevo e impactante. La película, que dejé para el final, es una historia repleta de esperanza... una de las últimas que ha rodado.

       Y así Anton me deja un buen sabor de boca. Como siempre, al verla, me enamoro con su personaje: un chico dulce, honesto, bueno... y un puñetero desgraciado. ¡Muere en esa película! Muere y te deja con una sonrisa en el rostro.

       ¿Por qué el viernes hice una búsqueda en Google introduciendo su nombre? ¿Por qué los enlaces que visité me llevaron a bajarme concretamente esa serie, ese corto y esa película?

       Veamos Taken. Anton tan solo aparece en los capítulos dos y tres, no era más que un niño cuando la rodó. Y aun así demostró todo su talento y su buen hacer como actor. Jacob, su papel, es el mejor híbrido extraterrestre-humano que podría imaginar.

       A Steven Spielberg le gusta pensar que no estamos solos en el universo, que los aliens son unos tipos inofensivos y curiosos que nos estudian como especie y nos ayudan a progresar como civilización. Nada terrorífico, no demasiado, si contemplas con los ojos de un niño la inmensidad del infinito.

       En el corto del robot interpretado por Anton, titulado Rise, se nos plantea un escenario que, por lo próximo y factible, pudiera ser que nos tocase vivir. Un mundo en el cual la inteligencia artificial, harta de ser considerada una mera máquina, se rebela ante los humanos que la crearon y ahora pretenden destruirla. Las imágenes que muestra de violencia, discriminación, guerra, persecución y alienación, son tan fuertes y tan reales, que no pude evitar ver el paralelismo con las noticias en la televisión. Dura solamente unos minutos, te hace pensar toda la vida.

       Anton falleció sobre las diez y media de la mañana del domingo, hora peninsular española. A esas alturas del fin de semana me restaban por ver un par de capítulos de Taken y la película. Me desperté temprano, como siempre la luz del amanecer acaba por desvelarme, y esta vez, como tantas otras, lo hice con una canción en la cabeza. Con el café y un cigarrillo encendí el ordenador, tenía que buscarla para poder oírla, así que tecleé en Google las palabras... cantándolas suavemente...

- » Twinkle, twinkle, little star, how I wonder what you are...

       No quise verlo entonces, aún no estaba lista, pero mi mente me lo estaba intentando comunicar: Anton iba a fallecer.

       Después de las esperanzas de Spielberg en mundos lejanos y mejores que el nuestro, llegué al fin a La Región Inmóvil. Anton... Su forma de caminar, su presencia en la pantalla... esos ojos tristes, esa sonrisa dulce, esa boquita de fresa... Yo diciendo “¡qué lindo es mi niño!” cuando mi niño ya no era nada.

       Al principio del film hay una escena en la que, paseando por el campo, encuentra una vieja y descolorida revista. La toma en su enorme mano de dedos largos y fuertes para leer la contraportada: Pastel de carne. Le da la vuelta y ahí está la pregunta para semejante respuesta, como en el juego del Jeopardy: ¿Qué harás cuando lleguen los extraterrestres?

       De nuevo mi mente trató de llamar mi atención sobre los hechos, y de nuevo procuré ignorarla. Anton hacía horas que se había convertido en un maldito pastel de carne.

       Quedando apenas media hora, tal vez menos, para el final, paré la peli para un esperado viaje a la cocina. Comentando el argumento expresé mi pena por el personaje de Anton. Estas fueron mis palabras:

 - » Ese chico está muerto. Murió cuando cayó en el pozo, después de leer la revista. Todo este tiempo de más no es sino un regalo que ella le hace, así él la ayuda a ella que ya estaba muerta.

       Por supuesto que con ese “ella” me refería a la chica protagonista de la peli, aunque en mi cabeza sonase a otra cosa. Ahora que puedo leer todo esto, estoy convencida, me doy cuenta de que mi mente pasó todo el jodido fin de semana preparándome para el duro golpe que ha sido la muerte de Anton. Y cuando digo que estoy convencida es que creo intuir qué demonios sucedió.

       Dejó el coche en marcha, la palanca de cambios automática estaba en punto muerto, y no en aparcar. La pendiente sugiere que pudo haber visto algo en el retrovisor, tal vez una luz en el cielo nocturno que le llamó la atención. Su propio coche acabó atrapándolo contra la verja de su casa y, seguramente, lo último que pudo ver fue aquella cosa brillando en el cielo...

 - » Brilla, brilla estrellita, cómo me pregunto qué eres... He has been TAKEN.

       Otra de mis teorías es que iba tan cansado que olvidó echar el freno de mano, se despistó, salió del coche por cualquier motivo y en cuestión de segundos estaba muerto. La fatalidad es así de cruel, un pequeño error y se acabó: pastel de carne.

       Anton pasó todo el fin de semana despidiéndose, como por arte de magia. O más bien era yo quien se despedía. La mente puede hacer cosas increíbles. Si digo esto es porque nunca he creído en las casualidades.

       El domingo me fui a dormir sin saber aún nada, no fue hasta el lunes que lo supe. Ya eran más de las tres de la tarde, me disponía a echar una siesta dado que tenía turno de noche en el trabajo pero, antes de acostarme, se me ocurrió echarle un vistazo a los comentarios de mi fic.

       Así me enteré; leyendo el mensaje que una lectora había dejado en mis reviews desde algún país de América. Decenas de palabras denotando su sorpresa, su ira, su pena, su incredulidad acerca de que algo tan terrible pudiera haber sucedido... ¿algo tan malo como una muerte quizás? Y sí, más palabras que recorrí con los ojos sin detenerme a leerlas, sabiendo solamente que algo malo le había pasado a unos de “mis chicos” pero... ¿a quién? Y al final de su extenso y emotivo comentario, que con unas frases abarca todo el proceso de duelo en una especie de win-zip del dolor, leí... horrorizada... con la NEGACIÓN en la cabeza, el nombre de Anton.

       De inmediato abrí el navegador y le busqué. En el lateral de google aparecía su reseña en la wikipedia: fecha de nacimiento, once de marzo de 1989, Leningrado (San Petersburgo), Rusia. Lo peor llegó cuando giré la rueda del ratón, bajando la pantalla, y pude leer la fecha y el lugar de su muerte, algo que jamás habría imaginado ver.


 - » Anton Yelchin se ha ido... Anton ha muerto...


       Del susurro roto a las lágrimas, perder a un ser amado siempre es doloroso. Aunque ¿se puede amar a alguien a quien no se conoce más que por su trabajo? Y ¿por qué no? Al fin y al cabo, todos seremos pastel de carne algún día.