Hace
5 meses ya que te has ido. El mundo sigue girando sobre sí mismo a
unos 1.600 kilómetros por hora, orbitando el sol a, aproximadamente,
107.000 kilómetros por hora, y desplazándose alrededor del centro
de la galaxia a unos 792.000 kilómetros por hora. Todos esos números
de vértigo implican tan sólo un simple hecho: el paso del tiempo.
Indefectible, inevitable, sin cesar y a toda velocidad. No hay vuelta
atrás. Sin embargo yo no me he movido del sitio. Sigo anclada a ese
momento en el que exhalaste tu último aliento. Siempre es ese
instante. Constantemente ese segundo. Lo terrible no es el día que
pierdes a alguien, al menos tienes algo que hacer. Lo peor son todos
los demás días que siguen muertos.
Te echo de menos, Anton. Mi niño precioso.
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